Testimonio especial
COMANDOS EN ACCIÓN: LA TOMA DE LAS MALVINAS
La historia de Pedro Camilo López, el único salteño (de la provincia de Salta, Argentina), que participó del asalto de las islas. La noche en que tomaron la casa del gobernador británico. La paradójica rendición de los ingleses. La decepción de las tropas de asalto argentinas y el circo montado por el Ejército Argentino.
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Corría el año 1982, la dictadura en la Argentina estaba en
su momento más álgido y los conflictos internos nacionales preocupaban al
pueblo al haber una amenaza constante de guerra con la República de Chile.
Todo se había iniciado el lunes 22 de Mayo cuando, luego de
un fin de semana, el grupo de Buzos Tácticos volvió a la base naval de Mar del Plata
y se le anunció que había acuartelamiento. A partir de ahí comenzaron los
ejercicios normales tanto de día como de noche. Nadie sabía qué era lo que
estaba pasando.
El jueves 25 los embarcaron a Puerto Belgrano en Bahía
Blanca y se les dijo que posiblemente, irían a la zona sur. Todos pensaron que
se trataba del conflicto por el Canal de Beagle con Chile…
El suboficial Pedro Camilo López, salteño de Rosario de
Lerma, formaba parte del grupo de dieciseis miembros, ocho Comandos Anfibios y
ocho Buzos Tácticos, denominado “Patrulla Techo” que estaba comandado por el
Capitán Pedro Giachino, segundo Comandante del Batallón Nº 2 de Infantería de
Marina.
Todos respondieron asombrados:
- ¿Pero, no era que íbamos al sur?...Bueno, las Malvinas
están en el sur pero no, no es cierto, no puede ser…
La orden era: probar a full las armas. Se fueron a la
cubierta de helicópteros, en la popa, llevando los cargadores de municiones de
FAL y armamentos personales.
Sabían que el desembarco sería en Puerto Stanley pero como se
levantó un fuerte temporal, se retrasó para el viernes 2 de Abril. Debían tomar
la usina, pero justo sobre el desembarco, el capitán Giachino les indicó a sus
hombres que había un cambio de órdenes, ahora éstas eran tomar la casa del
gobernador Rex Hunt y exigir la rendición para evitar el derramamiento de
sangre.
Fue el Operativo Rosario y su barco, el Destructor Santísima
Trinidad.
Había varios puestos de desembarco para provocar el efecto
sorpresa. Un submarino, el Santa Fe, junto con el comandante de la Agrupación
de Buzos Tácticos, tenían la misión de neutralizar el Faro San Felipe donde
estaba la estación de radio y un radar. Por eso se movieron antes de las 6.00
de la mañana, hora del desembarco. El asalto se hizo a las 0.00 horas del día
siguiente, al tocar tierra, era exactamente la medianoche.
Atravesando pantanos de algas, barriales y senderos
escarpados, llegaron, luego de cruzar un río, a las 6.45 horas, a la casa del
gobernador en Saper Hill
Los ingleses estaban cubriendo la zona del aeropuerto que
estaba a unos ocho kilómetros de la zona de ataque. También estaban en la plaza
pues ya sabían de la llegada de las tropas argentinas. Estaban muy camuflados y
apertrechados.
Los soldados veían que los ingleses tiraban de la ingle para
abajo, lo cual se denomina “tiro de inmovilización”, por lo que supieron que su
estrategia era la rendición y no la destrucción.
López pensó en su hija de un año y dos meses y que tal vez
nunca volvería a verla. Luego de haber trepado la colina de Saper Hill cargado
de municiones, había llegado a la cima y en medio de una lluvia de tiros, sólo
podía pensar en ella.
- Con tantos
tiros, esto será una carnicería – balbuceó justo antes de que se cortaran las
luces.
Cuando aclaró, como a las 5,45, se pudo ver por primera vez
el paisaje aunque había una intensa
niebla. Rocas y pequeños arbustos eran los mudos testigos de una jornada que
anticipaba el horror de la guerra. Los cuerpos cansados y hambrientos de los
soldados, avanzaban juntos, unos detrás de los otros, en son de cumplir con su
deber. Recibieron órdenes de marcar en una canchita de fútbol, una pista para
el helicóptero. Esperaban las fuerzas de Seineldín.
Cuando llegaron a la casa, inmediatamente sintieron a los
ingleses que pedían un santo y seña en inglés. El intérprete argentino, García
Quiroga, les pidió que se rindiean, a lo que los ingleses respondieron con una
ráfaga de tiros que los hizo replegarse.
Pronto fueron heridos Giachino, en la ingle, quien murió
desangrado; García Quiroga, en el hombro, quien se salvó gracias a que cayó de
forma tal que pudo tapar la salida de sangre; y el enfermero, que por ir a
atender a los otros dos, también fue alcanzado por un tiro en la arteria
femoral, se inyectó inmediatamente y pudo salvarse. Ya tenían una baja y dos
heridos…
Como a las 8.30 horas de la mañana, los ingleses se
rindieron. Eran cuarenta y dos hombres que se encontraban en el sótano de la
casa del gobernador y algunos al frente, en la bahía.
De la casa del gobernador salía una banderita blanca. Por la
bahía venían caminando el gobernador británico y un Vice-Comodoro argentino.
Entraron trece hombres en la casa que inmediatamente auxiliaron a los heridos y
tomaron prisioneros. Pronto llegaron vehículos anfibios con apoyo.
Se arrió la bandera inglesa y se izó el pabellón argentino.
Fue ahí cuando llegaron las cámaras de ATC (Argentina Televisora Color).
El marino salteño Pedro López, se mordió los labios de
bronca al ver que llegó un coronel del Ejército quien le ordenó volver a izar
la bandera inglesa y arriar la argentina.
- Hay que
hacer la ceremonia para la televisión – dijo – y ustedes no pueden estar aquí,
están muy sucios. A partir de ahora ustedes se van y el Ejército Argentino se
hará cargo de todo – continuó con voz autoritaria.
Los habían echado a ellos, a los trece patriotas
sobrevivientes de la Tropa de Asalto. Bajaron a las playas y luego al
aeropuerto. Inmediatamente subieron a un avión de la Armada en el que se fueron
de las islas. Habían estado veinte horas en Malvinas. Desde allí fueron a Río
Gallegos y luego a Mar del Plata. Todo había pasado vertiginosamente…
En el momento de abrazar a su hijita, Pedro no pudo más que
llorar de alegría. “Me va a conocer – pensó - Finalmente va a saber lo que hizo
su padre”.
ANI CARMONA
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