lunes, 3 de junio de 2019

OTRA BANDERA por ANY CARMONA

En este mes de Junio, mes de la bandera, me puse a pensar en Belgrano y sus cambios ideológicos. Tuve la oportunidad, como ensayista, de investigarlo en su participación como funcionario colonial de la Corona española, años antes de la famosa Revolución. Tenía un cargo en el Consulado durante el Virreinato del Río de la Plata y sustentaba ideas fisiocráticas que sostenían básicamente, que la riqueza de las naciones estaba asentada en sus producción agrícolo-ganadera y sus bienes naturales. Más tarde se hizo revolucionario y apoyó la movida liberal de la facción pro-librecomercio (todos enfilados en las logias masónicas de la época), en contra del monopolio comercial de España.
Sabemos también, que en 1812 creó nuestra bandera celeste y blanca, emulando la bandera de la Casa de Borbón en España (la historia de que lo hizo inspirado en los colores del cielo es un cuento para los niños pequeños). Basta mirar los retratos pintados de los reyes de dicha Casa reinante desde Carlos III hasta Fernando VII, para reconocer “nuestra” insignia patria sobre sus fastuosas vestimentas, lo que nos hace suponer, y está probado, que Manuel esperaba impaciente por que volviera el rey español Fernando VII luego de que Napoleón lo hiciera prisionero, allá por 1808.
Nos preguntamos entonces: ¿Era revolucionario o españolista? Está bien que luego le hicieron agregar el Sol Inca a la franja blanca pero digo: ¿Era suficiente?
Cuando se declara por segunda vez la Independencia en la ciudad de San Miguel de Tucumán por parte de Buenos Aires y las provincias del NOA más el Alto Perú, actual Bolivia (las del NEA ya la habían declarado un año antes), Belgrano quería poner un rey Inca en el poder; o si no cuajaba esto, pensó en que podíamos traer a la Princesa Carlota de Borbón que vivía con su esposo en la corte portuguesa con sede en Río de Janeiro,  fundando y liderando el partido “Carlotista”. Entonces, sin duda era monárquico...
Como se ve, Belgrano tenía muy poco de revolucionario a pesar de haberse convertido en General de las fuerzas revolucionarias siendo sólo un abogado y haber comandado el Ejército del Norte estando totalmente enfermo y en este sentido, creo que su alto sentido del deber lo obligó...
José de San Martín se encuentra con él en Yatasto (famoso abrazo mitológico en Enero de 1814) y lo obliga a entregarle el mando y acudir a un tratamiento médico estando ya en la misieria por haber donado todos sus sueldos y su fortuna para mantener a dichas tropas abandonadas por Buenos Aires (Triunviratos y flamante Directorio) desde 1811. Muy loable y destacable lo de Belgrano pero nos preguntamos: ¿Para quién o quienes custodiaba esa frontera y daba batalla y por qué tanto sacrificio? ¿Se hizo realmente revolucionario, entonces? Son preguntas retóricas y habrá que
investigar...
Pero volvamos a nuestra bandera: Celeste y blanca (borbona) y con un sol inca en su centro. Creo que ya no nos representa porque es el símbolo de la monarquía española y del "pensamiento colonizado" y porque los incas sometieron a nuestros pueblos originarios del norte y eran en realidad, imperialistas. Además hoy somos parte de un espacio mucho mayor que es el de la Patria Grande.
En síntesis y en función de la nueva conformación latinoamericana de diversas entidades supranacionales como UNASUR, MERCOSUR, CELAC, ALBA, propongo se plasmen los múltiples colores de la bandera latinoamericana en la nuestra. Y con respecto al sol me pregunto: ¿No sería bueno pensar en otro símbolo que represente a los pampas, querandíes, calchaquíes, tobas, guaraníes, mapuches, onas, etc.?
Propongo encontrar un símbolo de unión de los pueblos precolombinos de nuestro país y repetirlo tantas veces como provincias tenemos. Esto último apuntando al federalismo que aún no ejercemos ¿Es muy loco?

Otra bandera con otros colores y otros símbolos más representativos de la nueva realidad de Argentina. Para pensarlo. AC



martes, 14 de mayo de 2019

HIBISCUS poema premiado por Literarte en 2017

En la esquina izquierda del jardín,
siempre a la izquierda,
se encuentra la rosa china.
Desde allí sus trompetas suenan
de roja sangre sus penas.

Con cinco pétalos colorados,
conspicuas lenguas de fuego
cantan lamentos de angustia
con sus lágrimas de viento.

El viento la mece apenas,
el sol despierta su cuerpo
mientras su color recuerda
los gritos del pueblo muerto.

Flor de avispa o grosella,
sangre de Cristo y clavel,
mi rosa hibiscus espera,
la libertad del laurel.